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Inteligencia Emocional

  • Foto del escritor: Pamela Otero
    Pamela Otero
  • 1 nov 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 2 mar 2021

¿Qué es la inteligencia?


La inteligencia nos otorga innumerables habilidades además de facultades racionales que nos permiten acceder al conocimiento como aprender, comprender o razonar. Se trata de la capacidad que tenemos de conseguir un mejor dominio propio en situaciones individuales y sociales, de resolver diversas problemáticas y de amoldarnos a distintas situaciones de la manera más eficaz y más eficiente. Para que esto sea posible, disponemos y necesitamos de múltiples inteligencias.


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En la antigüedad, el concepto de inteligencia se asociaba sobre todo al nivel del CI (Coeficiente Intelectual). Con el tiempo, quedó demostrado que tener un CI alto no bastan para alcanzar lo que se llama “éxito” en la vida: Una persona podría graduarse en Medicina con las notas más altas (Inteligencia Académica) y obtener cargos de alto rango que le proporcionarían un buen futuro económico y, sin embargo, no tener la capacidad de ponerse en el lugar del paciente y tratarlo con apatía; No tener registro de sus propias emociones o las del resto y, a consecuencia, no saber cómo gestionarlas; Tomar malas decisiones al momento de elegir un trabajo, una amistad, una pareja; Sentirse una persona incompleta o insatisfecha…


Aquí es donde interviene la Inteligencia emocional desempeñando un papel fundamental y dejando en evidencia por cierto, que el éxito es un concepto sumamente subjetivo y personal. ¿Te has preguntado alguna vez qué es el éxito para ti?



Todas nuestras acciones están regidas bajo la influencia de los pensamientos y los sentimientos.



La emoción es previa al pensamiento y cada emoción, nos predispone a un tipo de respuesta distinta (acción). Nuestro funcionamiento en la vida está determinado por la inteligencia racional y la inteligencia emocional, ambas se hallan en constante interacción y el equilibrio se basa en esa armonización entre lo que llamamos: mente y corazón. Este equilibrio es el que contribuye a nuestra salud y nuestro bienestar.


El Dr. Damiaso de un modo casi poético decía: “En la danza entre el sentir y el pensar, la emoción guía nuestras decisiones instante tras instante, trabajando mano a mano con la mente racional y capacitando (o incapacitando) al pensamiento”.


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Características de la Inteligencia Emocional


Daniel Goleman, citando también a Aristóteles define a la inteligencia emocional como “La habilidad que nos permite tomar rienda de nuestros impulsos emocionales, comprender los sentimientos más profundos de nuestros semejantes, manejar amablemente nuestras relaciones o desarrollar la capacidad de enojarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto”.


La inteligencia emocional nos dota de las siguientes habilidades:


Autoconocimiento: La importancia de ser conscientes de nuestros pensamientos, de registrar lo que sentimos, lo que decimos y hacemos, es lo que nos libera a que seamos lo que queramos ser, dando lugar a la transformación de todo aquello que necesitemos cambiar.


Automotivación: Es un don que nos da alas, porque nos permite expandirnos, alcanzar nuestras metas, superar a diario cada obstáculo que se presenta ya que lo tomamos como un desafío. No hay límites cuando hay motivación, hay un cielo abierto repleto de posibilidades.


Tener el control de nuestros impulsos: Poder regular nuestras emociones o sentimientos desbordados evita que hagamos cosas de las que más tarde nos podremos arrepentir.


Diferir gratificaciones: Es la capacidad de saber esperar un poco más por algo mejor, sin detenerse en la conformidad de cualquier resultado inmediato dejando que gane el miedo o la ansiedad, más bien poniendo el foco en el resultado final, sabiendo que éste será mejor gracias a la perseverancia.


Regular nuestros estados de ánimo: Nos permite mantener un sano equilibrio emocional e impedir que la angustia o la depresión interfiera en nuestra capacidad de pensar, percibir, juzgar, decidir, etc.


Empatía: Nos permite percibir, comprender y considerar los sentimientos ajenos. El poder poner nuestros pies en el calzado de otro tanto como confiar, es un acto tan humano que nos conecta y nos une como sociedad.


De este modo, quién tenga más desarrollada la inteligencia emocional se sentirá más a gusto consigo y con las decisiones que tome en su vida, podrá sostener vínculos más profundos y relacionarse de una manera más adecuada, marcará los límites apropiadamente cuando los considere necesarios, tendrá consciencia de sí y sabrá reconocer sus emociones y como gestionarlas, y una fuerza motivacional que hará que logre cada objetivo que se proponga.


DOTEMOS DE INTELIGENCIA A NUESTRAS EMOCIONES

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Referencias

“Inteligencia emocional“ - Daniel Goleman


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