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Cómo ser más resiliente

  • Foto del escritor: Pamela Otero
    Pamela Otero
  • 1 feb 2021
  • 3 Min. de lectura

¿Oíste alguna vez sobre el mito del AVE FÉNIX?


La historia del Ave Fénix proviene de la mitología griega. Se dice que era una especie de ave que cada 500 años se dejaba morir consumida por el fuego y, luego, tenía el poder de renacer de un huevo que surgía de sus propias cenizas. Así, volvía más sabia y más fuerte.


Jung encontraba muchas similitudes entre el Ave Fénix y el ser humano, y nos dejaba este mensaje: Debemos volver al cuerpo para recrear el espíritu y dar así una nueva realidad a la experiencia humana


Jung nos hablaba de transmutar ante la adversidad, de transformarse en otra cosa para adaptarse al cambio, de salir fortalecido del dolor, reconstruirse y renovarse a nivel interno, espiritual, mental y humano. Y este, es el cambio que experimentamos cuando somos resilientes.



¿Qué es la RESILIENCIA?


La resiliencia es la capacidad que tienes de afrontar las situaciones más complejas de tu vida, donde hay mucho sufrimiento emocional y estrés, encontrando el modo de procesarlas, superarlas o de convivir con ellas del modo más sano posible. Puede ser cualquier situación que te marcó profunda y negativamente (duelo, trauma, enfermedad)


Tod@s tenemos una historia en la que fuimos muy resilientes, incluso cuando no lo sentimos así. Si llegamos hasta acá, es porque decidimos continuar con nuestras vidas e hicimos lo que pudimos para sobrevivir a esa experiencia, ¿Cierto?


Por eso, debemos recordar esa gran fuerza interior que portamos dentro y aferrarse a ella como nuestra mejor amiga, porque lo es. Esa fuerza, a veces se debilita, pero nunca cede. Verás que cuando sea el momento necesario, volverá con la intensidad suficiente.



¿Qué necesito trabajar para aumentar mi poder de resiliencia?


Gestionar las emociones.


Hay una realidad y es que las emociones no pueden negarse y tampoco se debe juzgarlas, porque no son buenas ni malas. Son solo emociones que fluctúan, van, vienen, suben, bajan. Si luchas contra ellas, solo las reprimes y bloqueas, lo que hará que en el futuro regresen otra vez, quizá disfrazadas en otra emoción o en algún síntoma físico.


Lo que necesitas es sacarlas afuera, liberarlas. Permítete sentirlas, observa en qué parte del cuerpo están, reflexiona acerca de porqué estás sintiendo esto y qué te está diciendo esta emoción, es decir, qué necesitas saber y aprender de ella.



No dudes en expresar lo que sientes, porque es justamente lo que te va a liberar de esos sentimientos. Si no puedes hablarlo, escríbelo, no sabes cuan terapéutica es la escritura y sólo necesitas de un lápiz, una hoja y dejarte llevar sin restricciones por lo que viene a ti.


Conectar con gente que pueda empatizar contigo, mantener los buenos vínculos.


La soledad es buena compañera si convives a gusto con ella, sin embargo, en momentos muy difíciles, podemos desorientarnos, perdernos en la angustia y el problema, y caer en la negatividad, el encierro y el aislamiento.


Mantente cerca de esos vínculos que te hacen sentir bien, que te transmiten amor y te reconfortan. Déjate ayudar, aprende a pedir ayuda y a recibir tanta ayuda como amor. Comprende que te lo mereces, que no hay nada de malo en eso y que, quien te ama y pueda, estará encantad@ de estar ahí para ti.



Tener consciencia de que el presente es la única certeza que tienes y ser flexible a los cambios, porque el cambio, ES INEVITABLE.


La vida es cambio, pero siempre tienes el poder de dirigirlo a tu favor. Tienes que aprender a salirte de la situación que estés atravesando, tomar distancia para poder verla más objetivamente, y a partir de ahí, posicionarte desde otro lugar y punto de vista.


Cuando estamos atravesados por circunstancias extremamente dolorosas, solemos quedar sugestionados a las emociones que nos produjo dicho evento y malinterpretar la realidad pasada, presente y futura. Necesitas salir de esa caja de sufrimiento y cambiar la percepción que tienes de las cosas, así como la actitud para contigo.



Cuando cambia tu percepción, cambia tu realidad. Corta con todas las hipótesis que te haces, que te llevan a castigarte, a pensar que no hay solución y que cada problema es infinito. De esta manera, no podrás adaptarte al cambio ni avanzar.


Debes actuar en pos de tu bienestar, conectarte con tu presente, con tu naturaleza interior y, un detalle no menor, con la naturaleza exterior, que es inmensamente sanadora.


¡NO TE RINDAS!

Que nadie se arrepiente de ser valiente.



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